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The Ritz-Carlton Okinawa: Invitación abierta a Disfrutar de la Vida

Mi puerta de entrada a un mundo de maravillas fue The Ritz-Carlton, Okinawa, un paraíso sensorial que combina la cultura local, belleza natural e historia milenaria, con hospitalidad, gastronomía gourmet, y wellness. Es una invitación abierta a disfrutar de la vida plenamente. Aquí, las mañanas comienzan con golf en el Kanehide Kise Country Club, y las tardes concluyen con una indulgente ceremonia del té.

Okinawa, conocida como el Reino Ryukyu desde el siglo XIV hasta el XVI, conserva su riqueza histórica milenaria, prueba de ello son los nueve sitios declarados Patrimonio Mundial, ubicados a lo largo de la isla. Entre estos tesoros se encuentra Sefa-utaki, en el que un túnel, en forma de triángulo y enmarcado por dos imponentes rocas, nos guía hacia el altar más sagrado de la ciudad. Este espacio místico y único nos sumerge en una de las facetas más intrigantes de la historia de Japón. No puedo omitir sus playas, ideales para esnórquel, buceo y pesca, que de igual forma, ofrecen una experiencia maravillosa. A principios de año, podemos deleitarnos con la belleza de los cerezos en flor, y en cualquier época del año, explorar los cuatro niveles de vida miarina del Acuario Churaumi, y el bosque preservado de Yanbaru -perfecto para practicar senderismo o remar en kayak-.

The Ritz-Carlton Okinawa

The Ritz-Carlton, Okinawa, se distingue por su excepcional hospitalidad, deliciosa oferta gastronómica, y por su impresionante diseño arquitectónico. Los espejos de agua reflejan el cielo azul, y las habitaciones y suites de cinco estrellas proponen vistas al tranquilo campo de golf y al mar de China, creando un paraíso en la tierra.

Me pareció formidable vivir la cultura local en cada rincón del Ritz; como por ejemplo, conocer que los productos en el mercado local son los que determinan el menú diario en el restaurante italiano del hotel, Chura Nuhji (cuyo nombre proviene de la palabra de Okinawa para «hermoso arcoíris”). O admirar su elegante interior, reflejo de la estética nipona, que proporciona un entorno sofisticado para disfrutar de una magnífica comida preparada con deliciosos ingredientes.

No puedo dejar de mencioar, el restaurante KISE del hotel que cuenta con un ambiente relajado y delicias gastronómicas, incluída la famosa carne de res Kuroge Wagyu de Okinawa y mariscos frescos de los mercados de pescado, también locales. Los chefs de teppanyaki preparan los alimentos frente a nosotros y sirven los platos directamente de la parrilla, brindando una experiencia culinaria verdaderamente inolvidable.

Otro punto a destacar es The Ritz-Carlton Spa, Okinawa, un retiro de dos niveles ubicado junto a un bosque primitivo, al cual se accede a través de un camino flanqueado por bambú y un exuberante jardín. Este entorno natural es el ideal para consentirse con diversos tratamientos, que destacan por sus productos endémicos, como la planta Getto y las conchas de almeja tigre; así como experimentar terapias curativas milenarias locales, como el detox Yambaru Umikaji.

El spa además ofrece una piscina de vitalidad, cabañas de relajación, sauna seco y una sala de vapor japonesa decorada con bellos azulejos de coral; todo para inducir a un estado sen. Disfrutar de un masaje bajo las copas de los árboles a ojos cerrados, nos invita a fluir y a disfrutar de la vida.

Okinawa es pues, un destino lleno de historia, belleza natural y aventura. The Ritz-Carlton, Okinawa, es una ventana al beneficio holístico tradicional japonés que convive a la perfección con nuestra contemporaneidad. Sin importar el plan que elijas – explorar la riqueza histórica de la isla o acceder a un estado sen en su spa-, Okinawa y The Ritz-Carlton, siempre serán un perfect match.

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