En un mundo donde el lujo y la comodidad son sinónimos de estilo de vida, es fundamental que nos detengamos un momento para reflexionar sobre cómo podemos contribuir de manera sustentable y responsable a la sociedad y al planeta que habitamos. Hoy, en el Día Mundial del Donante de Sangre, ponemos el foco en un tema que requiere nuestra atención inmediata: la donación de sangre en México.
México cuenta con una amplia red de 556 bancos de sangre a nivel nacional, así como la opción de donar en instituciones médicas públicas o privadas, a través de organizaciones como la Cruz Roja e incluso en campañas realizadas en escuelas. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) registró en 2022 un total de 488,449 donadores, lo que muestra que hay una participación, pero aún queda mucho por hacer.

México se encuentra en una posición preocupante en comparación con otros países latinoamericanos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el país ocupa el último lugar en donación de sangre voluntaria en América Latina, con una tasa del 5.19%. Esta cifra resalta la urgente necesidad de fomentar una cultura de donación en nuestra sociedad.
La seguridad y la calidad de la sangre donada son aspectos fundamentales que deben abordarse. Para garantizar que la sangre donada sea segura y de alta calidad, es vital que las instituciones de salud cuenten con dispositivos diagnósticos de última generación. Estos equipos son esenciales para detectar enfermedades transmisibles como el VIH, la hepatitis B y C, la sífilis y la malaria. Invertir en tecnología de vanguardia es la clave para proteger a los receptores de sangre y generar confianza entre los donantes.
Paulina Mejía, QFB de Kabla, una empresa líder en distribución de pruebas diagnósticas, destaca la importancia de difundir una cultura de donación: «La donación de sangre es un acto altruista que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte de una persona. Juntos, podemos marcar la diferencia y contribuir a la vida de muchas personas», afirma Mejía. Su mensaje nos recuerda el impacto positivo que cada uno de nosotros puede tener en la comunidad y cómo nuestras acciones pueden trascender el ámbito personal para generar un cambio significativo.
La donación de sangre no solo beneficia a quienes la necesitan, sino también a los donantes. Ayuda a reducir los niveles de hierro en el cuerpo, disminuyendo así el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, estimula la producción de células sanguíneas y mejora la salud en general, brindando una sensación de bienestar personal.
Enfrentar el desafío de la escasez de sangre requiere un esfuerzo mayor de nuestra sociedad para aumentar la conciencia y la participación de los donantes. Es fundamental romper barreras y prejuicios para crear una cultura de donación perenne en nuestra sociedad.