AROMO
VALLE DE MAULE, CHILE
2018
Basado en el cuento de Hans Christian Andersen, 1843
Ilustración de Vilhelm Pedersen, 1843

La “cabaña miserable”, como la apodó el patito, se llenó de calidez cuando la vieja encendió el fogón. La felicidad de pensar que pronto tendría huevos de pata para comer la había motivado para cocinar algo especial. Y para acompañar el momento escogió una botella de Aromo Cabernet Sauvignon 2018, del Valle de Maule, Chile.
El patito se extrañó al ver la peculiar botella que la anciana sostenía. De ella emergió un líquido color ciruela con el que llenó densamente media copa. La gallina al ver al pato azorado con la escena, le explicó que se trataba de una botella de vino, y que la vieja sólo lo tomaba en ocasiones especiales, aunque ella no comprendía por qué la llegada de un pato tan feo podía considerarse especial.
La cabaña comenzó a llenarse de aromas de fresa fresca, higo, laurel, pimienta y hojas húmedas. El patito se colmaba de fascinación al ver las expresiones de la anciana al detectar todo ese arcoíris aromático que surgía de la copa de la anciana. Ella parecía descifrarlos todos al mismo tiempo que seleccionaba vegetales para su estofado.
La vieja sorbía de manera tosca, y el patito podía ver cómo de la comisura de la estriada boca se acumulaba una densa saliva. Ella chistaba y fruncía su cara de una manera que el patito encontraba muy divertida, los cachetes se le contraían y en la piel se dibujaban decenas de nuevas arrugas. Era como si la anciana quisiera lubricar su lengua después de cada trago.
Con gran pericia, la vieja cortó zanahoria, papa y pimientos rojos, mientras pequeños trozos de carne se sellaban en mantequilla dentro de un pesado sartén de hierro. El gato ronroneaba y daba vueltas por toda la cocina esperando el momento en el que la anciana le compartiera un pedazo de carne, pero estaba tan concentrada sazonando su caldo de jitomate con hinojo, laurel, comino y clavo que no reparaba en su mascota consentida.
Después de un gran sorbo, la anciana abrió sus ojos y lanzó una rama de canela al estofado que cada vez tomaba más forma. De un solo movimiento arrojó lo que quedaba de vino en su copa en el caldero y los aromas de la bebida se infusionaron con el espeso guisado. El patito no perdía detalle de todos los movimientos de la vieja.
La anciana se sentó a comer y llamó al gato a la mesa. Él desde su posición de poder, lanzaba miradas humillantes al patito. La gallina le dijo a éste que lo ignorara, que mejor fuera con ella a aprender cosas del mundo; pero el patito, aunque ofendido, no podía dejar de contemplar el placer que la vieja mostraba al beber y comer. Desearía poder encontrar en esa “cabaña miserable” un nuevo hogar.
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Para más inspiración: Viña Aromo, Valle del Maule, Chile