CABERNET SAUVIGNON
2018
RESERVA PRIVADA
Valle de Maipo, Valle Central, Chile
Basado en los personajes del cuento de hadas de Charles Perrault, 1695.
Ilustración de Gustave Doré

El Gato con Botas aún se saboreaba al gigante convertido en ratón mientras inspeccionaba la que próximamente sería la imponente residencia del Marqués de Carabá. Poco tardó en encontrar una pequeña y modesta cava que el gigante tenía detrás de su alacena. Tenía tiempo y necesitaba descansar, así que tomó la primer botella que encontró y se sentó en un amplio pero cómodo sillón.
El vino resultó ser un Cabernet Sauvignon Reserva Privada de Casillero del Diablo, 2018 del Valle de Maipo, Chile. Cansado de aparentar modales refinados, el gato simplemente decidió beberlo desde la botella. Pudo ver que el líquido que descendía lentamente del cuello de la misma, después de dar un primer sorbo, era de un brillante color ciruela, casi del mismo color en que su saliva había diluido la sangre del gigante/ratón.
Aún sin hacer uso de una copa, el gato se sentía rodeado por una amplia e intensa sensación de aromas. Notas de fresa y ciruela frescas, hojas de hierbabuena y eucalipto, pimienta negra y canela acompañadas de sutiles pimientos verdes y pimientos rojos. El gato, cansado, se dejaba envolver por esa botella mientras anhelaba contar con alguna presa para asarla y poder acompañar ese momento.
El gato estaba cada vez más relajado al beber. La calidez con la que el vino entraba a su boca, sin dejar rastro de dulzor, hacía que lo áspero de su lengua se divirtiera con ese juego entre salivación y resequedad; no eran sensaciones potentes, más bien agradables y con cierta estructura. El felino continuaba disfrutando sus tragos, cuando cayó en cuenta que la bebida le provocaba una fuerte sensación de hambre. ¡Si tan sólo se le hubiera ocurrido pedirle al gigante que se convirtiera en una presa un poco más voluminosa!.
Con cada trago, el gato se tornaba despreocupado. Pequeñas gotas escurrían de sus largos bigotes y al golpear el tosco suelo de madera, sus aromas se fundían con los que rondaban sus pensamientos: ramas, maderas toscas y especiados. Se sentía feliz y triunfante, su apetito podía esperar, ya habría oportunidad de tomar otro vino igual de la rústica cava y ahumar un pichón con madera de manzano, canela y romero.