Basado en los personajes del cuento de Charles Perrault (1628-1703), 1697.
Ilustración de Gustave Doré, 1867.
Cenicienta no podía creer la opulencia que inundaba el palacio. Temía ser descubierta por su madrastra y sus hermanastras que debieron haber llegado mucho tiempo antes que ella. Estaba tan agradecida con su Hada Madrina por la magia que utilizó para que tuviera ese maravilloso vestido y tan inusuales zapatillas. Cuidadosamente se acercó a una mesa que sostenía cientos de copas de un líquido prístino y burbujeante.

Cenicienta alcanzó a divisar la botella con la que los lacayos llenaban nuevas copas de cristal y las colocaban con destreza en el tablón. El vino era Garamvári Furmint Brut, de Tokaj, Hungría. Al ser servido, las burbujas medias hipnotizaron a la joven y la hicieron perderse hasta observar ese rosario central subir vigorosamente hasta formar un delicado encaje de espuma.
No dudó Cenicienta en tomar una de esas largas copas y acercarla a su nariz. Se dejó llevar por aromas lácteos ligeros, acompañados de manzanas y duraznos maduros, cítricos perfumados, una sutil humedad que le recordaba a los floreros de su cuarto y una delicada brisa marina. Pensó en su padre y esos vinos espumosos tradicionales del norte de Francia que tanto le gustaban. Si tan sólo estuviera ahí con ella para brindar con este vino húngaro, lo echaba de menos.
Al probar el vino, Cenicienta percibió una burbuja fina y delicada de intensidad media baja; era un vino seco con una acidez media y un ligero amargor que le daba más presencia al ser tomado. Disfrutó jugando con el vino dentro de su boca, la burbuja se mantenía fina y ordenada haciéndose presente en los cachetes sin provocar picor. La joven se sentía cada vez más fresca, y los nervios de haber llegado sola al palacio se disipaban con cada trago. Decidió acercarse a otro tablón donde fuentes de hors d’oeuvres se desplegaban elegantemente. Se decidió por un vol-au-vent de pato con jalea de cítricos y hierbas provenzales. Una vez terminado su bocadillo y su copa estaba lista para acercarse a la pista de baile, su Hada Madrina no se había equivocado, todo en esa noche estaba destinado a ser mágico.