Chassagne-Montrachet AOC
LES HOUILLÈRES
2019. Côte de Beaune, Borgoña, Francia
Basado en los personajes del cuento de hadas de Charles Perrault, 1695.
Litografía de Gustave Doré, 1862

Barba Azul notó que la menor de las hijas de su vecina lo comenzaba a mirar diferente. Ella ya no reparaba en la brillante barba cerúlea y eso era buena señal; él debía hacer algo más para poder desposarla. El problema es que no estaban solos, la madre, las hijas y las amigas disfrutaban del día de campo organizado en una de sus majestuosas casas de veraneo. Con delicadeza tomó Barba Azul a la joven y la condujo a un quiosco ligeramente apartado del jardín principal.
Era un lugar de ensueño, las flores y las fuentes rodeaban aquel pabellón y lo dotaban de un aire romántico. Barba Azul sacó de una cesta dos copas que colocó en un delicado mantel de seda, en ellas sirvió un Chassagne-Montrachet AOC de Morey Domaine Coffinet, 2019. Sabía que con ese vino la joven quedaría tan impresionada y complacida que no podría negar su petición de matrimonio.
Barba Azul esperaba que aquel vino de color paja con una herradura dorada apenas perceptible iba a mostrarse poco expresivo al abrirlo, por lo que comenzó una agradable charla con la bella dama, ganando tiempo. Una vez que los aromas comenzaron a despertar el bouquet se hizo presente: árboles de naranjo con sus flores y hojas, agua de azahar, manzana amarilla, paja limpia, puntos lácteos y ligeras almendras fileteadas. Era un despliegue aromático infinito, gradual, elegante, largo y constante.
La sensación que el vino dejaba al pasar por los labios de aquella pareja era de una estructurada presencia. Esos sorbos secos, que acariciaban el interior de la boca mientras la recorrían, activaban impulsos en la parte media de la lengua, tanto en la parte superior como inferior. La salivación prolongada y la untuosidad dejaban en la joven sensaciones potentes, armónicas y agradables, y de pronto encontró a Barba Azul tan encantador como aquella majestuosa bebida.
Después de cada trago, mientras continuaba Barba Azul con su cortejo, la joven se sentía envuelta por esos delicados aromas que jugueteaban largo rato dentro de su cabeza. Podía sentir cada uno de ellos formando una acuarela de aromas que enmarcaban la cara de su anfitrión y lo llenaban de brillo dorado. Era como si el vino quisiera dejar su alma dentro de su mente.
La estocada que hizo confirmar a la joven la decisión de pasar el resto de su vida con aquél misterioso noble, fue el pequeño medallón de filete de ternera en su jugo sobre espuma de queso Brillat-Savarin y coronado con un langostino en costra de pistache. Gran acierto de la extensa cava de Barba Azul, aunque la doncella desconocía que no era la primera vez que un Chassagne-Montrachet acompañaba las conquistas de su ahora prometido.