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Las Aventuras de Pinocho y Duckhorn Vineyards

Cabernet Sauvignon

2019

Valle de Napa, California, Estados Unidos

Basado en los personajes del libro de Carlo Collodi, 1882

Ilustración de Carlo Chiostri, 1902

Los muñecos corrieron al escenario y comenzaron una interminable danza llena de agradecimiento. Por la valentía de Pinocho, Comefuego había perdonado la vida de Arlequín. El pesado titiritero, después de su acto de misericordia, se sentó a la mesa a degustar su solomillo de cordero que no pudo terminar de asarse; estaba por arrepentirse de no haber echado a la marioneta al fuego para cocer por completo su cena, cuando recordó que tenía una botella de vino para ese momento.

Con los éxitos de sus giras pasadas, el titiritero había conseguido hacerse de una botella de Duckhorn Vineyards, Cabernet Sauvignon del Valle de Napa, California, año 2019. Con sus enormes manos lo descorchó torpemente y se sirvió una copa.  El líquido color ciruela intenso se deslizaba por el cáliz de la gruesa copa de vidrio, dejando un ligero velo de color a su paso. Los ojos de Comefuego refulgieron con la misma intensidad y brillantez.

La ancha nariz del titiritero se dejaba colmar con todos los aromas que de su copa surgían, una fusión de ciruela con albahaca fresca se dejaba acompañar de notas de rosas rojas y rosas llenas de rocío con adornos de anís, pimienta negra, canela, clavo y cacao. Al ritmo de los giros de los muñecos, Comefuego rotaba su copa, poco a poco la fragancia alcanzó a todas las marionetas y les provocó intensificar su danza.

La espesa barba se empapó del vino mientras el corpulento hombre lo bebía, las gruesas gotas se impregnaban en los tupidos vellos negros. Comefuego pudo percibir la personalidad del vino al entrar a su boca, era como un artista que aparece en el escenario con un fuerte reflector. Desde la punta de su lengua pudo apreciar cómo aquel líquido trazaba su recorrido bucal. Una densa saliva, se comenzaba a acumular en sus mejillas, haciendo más vivaz aún a la bebida. El titiritero sentía como si ese “vino artista” estuviera haciendo piruetas en su lengua y deslizara su capa de terciopelo en ella.

La sonrisa de Comefuego se apreciaba aún por debajo de su frondosa y larga barba, Pinocho y los demás muñecos se sentían más motivados a continuar su faena. Los bailes y el vino estaban llevando al titiritero a vivir un momento de gran placer. El hombre suspiraba y en su cabeza, al unísono con las melodías de las marionetas de madera, los aromas de su bebida parecían llevar el mismo ritmo de la danza, entraban y salían de su nariz de una manera muy armónica.

Al comenzar a comer su cordero, con la presencia del vino todavía en su boca, Comefuego notaba que las hierbas, las especias y la mantequilla que se habían usado para aliñar la carne se impregnaban a ella de una manera muy fina. Lo jugoso del corte, que había quedado sólo sellado, formaba un fino jarabe en la boca del titiritero al juntarse con su bebida. ¡Qué acierto no haber quemado a la marioneta y que su carne tuviera ese término! Pinocho había generado un acto memorable junto con Arlequín, Polichinela, Rosaura y los demás muñecos; debía compensarlo, pero lo haría al día siguiente, de momento había que seguir disfrutando la función. @cuentosdecatas

Para más inspiración: Duckhorn, @duckhornwines

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Imagen de portada tomada de la cuenta de Instagram de @duckhornwine, publicada el miércoles 22 de febrero de 2023. Fotografía por @margaretnissenphoto, publicada en la cuenta de Instagram de @duckhornwine.

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