2020. Valle del Ródano, Francia
Basado en los personajes del cuento de los Hermanos Grimm, 1812.
Ilustración de Adrian Ludwig Richter, 1842
Era bien sabido que, además de los ojos rojizos, el olfato de las brujas es muy fino, por lo que la anciana hechicera no tardó en percibir a dos niños que se encontraban a unos cuantos kilómetros de su casa. La vieja estaba segura que pronto tendría un par de presas para darse un festín. Mientras preparaba su casa para recibir a sus futuros “huéspedes” decidió descorchar una botella de M. Chapoutier Belleruche Rosé, un Côtes-du-Rhône AOC del Valle del Ródano, 2020.
En la copa, el líquido de color durazno claro con herradura cobriza se fundía con las paredes merengadas de aquella inusual morada. Todo parecía fusionarse a la perfección, tal como le gustaba a la vieja bruja. Los aromas de chabacano, fresa, cal y flores blancas, que surgían del vino, se sumaban a los de caramelos y gelatinas que se encontraban en cada rincón y en cada pared.
Pareciera que a la bruja le gusta sólo lo dulce, pero eso no es del todo cierto, ella prefiere las cosas menos golosas, como su vino rosado del Ródano. En boca era seco, de acidez media y con un agradable punto mineral que hacía contraste con la atmósfera empalagosa que rodeaba cada habitación. Cada exhalación iba cargada de recuerdos de tuttifrutti, flores frescas y piedra caliza.
La vieja bruja estaba agradecida que su vino fuera expresivo, aunque no tan complejo; almorzaría ese día uno de sus platillos favoritos: cangrejo con una ligera salsa de fresa y lima. Ya tendría tiempo para descorchar otro vino más potente para su estofado de infante… o eso creía.
