La destreza de encontrar el bienestar y la total relajación ha sido cultivada en las profundidades de la historia japonesa. Ahí, entre los susurros de la tradición, se encuentran los ‘onsen’, esos manantiales de aguas termales que despiertan los sentidos y las posadas que se ciñen a su alrededor. En Japón, se erige una sinfonía de aproximadamente 25,000 fuentes de aguas termales, y alrededor de 3000 tesoros llamados ‘onsen’ florecen utilizando el abrazo cálido de las corrientes geotérmicas.
Seducida por las aguas que curan, la majestuosidad natural que abraza, y la panorámica del lago Ashinoko con el Monte Fuji como sentinela, desembarqué en el oasis de lujo que es Hakone. En su seno, se alza como una joya radiante y opulenta, el Hyatt Regency Hakone Resort and Spa.

La morfología geológica de Hakone se entreteje con la ardiente pasión de la actividad volcánica, un crisol de los tiempos hace 180,000 años y entre 49,000 y 60,000 años atrás. Es la razón por la que el lago Ashi reluce en el horizonte y las aguas termales fluyen en armonía. Este lugar, emblemático por sus 25,000 toneladas de agua termal y sus 20 distintas vertientes, es un éden del bienestar.
Entre los pliegues de Hakone, en Gora, Hakone-machi, prefectura de Kanagawa, reposa como un sueño sereno el Hyatt Regency Hakone Resort and Spa. Un refugio sublime, apenas a una hora y media de las urgencias de Tokio, me acoge en sus brazos. Aquí, el Spa Izumi & Onsen Hakone, un santuario del lujo enclavado en el imponente Parque Nacional Fuji Hakone Izu, me promete el abrazo de la tranquilidad. Piscinas de sulfato, cargadas de calcio y magnesio, se despliegan en el escenario natural, una sinfonía de indulgencia.

Dentro de este rincón de esplendor, las artes de la medicina natural japonesa nos miman con tratamientos ancestrales en las aguas termales. Masajes únicos, rituales faciales y corporales se sumergen en la esencia de la relajación y el arrullo de la tradición.
El Hyatt Regency Hakone Resort and Spa nos invita a tejer momentos de paz, ya sea junto a la danza de las llamas en el Living Room o en las aguas termales que nos susurran secretos de alivio. O podríamos aventurarnos, si el apetito nos guía, a explorar las glorias culinarias en el Dining Room – Sushi.
Este santuario culinario es un regalo sorprendente para aquellos que anhelan la exploración gastronómica en su máxima expresión. Un remanso de armonía y sofisticación, donde el entorno crea un microcosmos perfecto para que la relajación y el placer se fusionen en un éxtasis inolvidable.
En el Dining Room – Sushi, los matices se entrelazan con la luz, las sombras danzan en un vals silencioso, el diseño cobra vida en sus formas, y el aroma es el poema que se teje en el aire. Aquí, los sabores nacen de la tierra, se exhiben con honor en el mostrador de sushi, una poesía de frescura local que exalta las estaciones de la naturaleza.
El hotel, cuna de elegancia, también se enorgullece en presentar la cúspide del sake, ese elixir de arroz que cuenta historias con cada sorbo. El Dining Room – Sushi, un salón de encanto mágico, despliega una alfombra de romanticismo y momentos memorables. En este enclave, cada bocado es un verso, y cada instante, un soneto de deleite.


En mi peregrinaje por las aguas del Hyatt Regency Hakone Resort and Spa, encuentro que no solo es un retiro de lujo, sino un altar en el que la esencia de Japón, su arte, su historia y su sofisticación, se funden en una sinfonía para el alma y los sentidos.