Chardonnay Chablis AOP
2019
Borgoña, Francia
Basado en los personajes del cuento de hadas de los Hermanos Grimm, 1812.
Ilustración de Johnny Gruelle
Rapunzel saltaba de alegría! El príncipe le había pedido matrimonio! La bruja Gothel tardaría algunas horas en regresar por lo que sabía que tenía tiempo para celebrar. Sacó Marie André Chablis AOP 2019 y, debido al frío de aquel día, se encontraba en la temperatura correcta para ser servido.
Rapunzel se sentó al lado de la ventana oeste de su torre, podía contemplar con claridad los rayos del sol iluminar su copa y fundirse con aquel líquido de color pajizo y herradura amarilla tiernamente visible. Ella agradecía que esa fría tarde el viento no corriera porque de su copa los aromas emergían de manera tímida y delicada; eran manzana amarilla, durazno blanco y lima, acompañados de nardos y jazmines.
Dando ligeros giros a su copa, Rapunzel podía encontrar nuevas notas aromáticas como toques de flor de sal y lácteos ligeros que adornaban la nariz de su vino. No era de gran complejidad, pero era armónico y elegantemente expresivo. Inhalaba despacio, no había necesidad de inspirar fuertemente y parecía que el vino recorría su nariz como en una suave danza.
Rapunzel abría y cerraba los ojos a ratos, disfrutando los aromas y del paisaje lleno de flores que rodeaba la majestuosa torre donde había crecido. Se sentía tan entusiasmada por la última visita del príncipe y arropada por extraordinarias sensaciones, que casi había olvidado probar el vino. Al probarlo, una sonrisa se dibujó en su rostro. Ese vino seco, de acidez media mostraba una untuosidad que dejaba presencia sin sentirse pesado. Entre más recorría el vino su boca, la acidez gradualmente subía haciéndola salivar agradablemente.
Con cada exhalación Rapunzel volvía a vivir los aromas del vino, eran tan francos que no distinguía si había vuelto a beber o sólo era el recuerdo de los aromas en su copa. Esa experiencia, larga y placentera, sumada al regocijo de su próximo matrimonio la hizo olvidar que pronto la bruja Gothel regresaría y debería esconder su botella y su copa. Inconscientemente era un riesgo que, por esos maravillosos instantes, sabía que valía la pena correr.
