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La Bruja Baba Yaga y Lustau

Jerez-Xérès-Sherry D.O.

FINO DE JEREZ SINGLE CASK

Andalucía, España

Basado en el cuento de Aleksandr Afanásiev

Ilustración de Ivan Bilibin

Baba Yaga deseaba que su sirvienta hiciera un buen trabajo limpiando a la hijastra de su hermana. No podía esperar a ese desayuno de niña cocida que tanto disfrutaba; cada vez le era más difícil conseguir niños en los poblados, el temor hacia ella crecía y crecía. Debía idear algo para hacer su tarde y su noche más llevaderas, ya que solía quedarse en vigía nocturna.

Qué mejor compañero vespertino que un Jerez, pensó Baba Yaga. Tomó su botella de Lustau Fino de Jerez Single Cask de la Denominación de origen Jerez-Xérès-Sherry. La negrura de la botella contrastaba con la palidez de la larga y nudosa mano de la bruja. Con una precisión cargada de malicia sirvió una copa del vino sin que una sola gota se derramase en la mesa.

El líquido era tan brillante que, de un brusco movimiento, Baba Yaga cerró la cortina que la separaba de la habitación donde hilaba su sobrina; no quería que los destellos dorados fueran a levantar sospechas. La bruja observaba cómo el vino se deslizaba en el cáliz en su fina copa de cristal, y lo comparaba con las lágrimas que derramaría la pequeña al ser devorada.

La afilada nariz de Baba Yaga se acercaba al borde del cáliz y se dejaba llevar por las notas amaderadas que se adornaban con puntos de nueces y almendras, acompañadas de suero de leche, orejones y pasas rubias. La bruja recordaba cuando sobrevolaba los frondosos bosques de maderas finas y árboles frutales que rodeaban su cabaña.

Los arrugados labios de Baba Yaga apenas besaron su copa y dejaron que una generosa cantidad del vino resbalara al interior de su boca. La calidez que sintió al beber la estremeció, comenzó a salivar continuamente y un impulso la llevó a exhalar violentamente. La elegancia de aquella bebida era un lujo que se permitía antes de algún banquete especial.

Después de varios tragos, la cabeza de Baba Yaga se encontraba abotagada por esas sensaciones amargas que despertaban en ella crueles y despiadados pensamientos. Una nube de aromas florales y lácteos perfumaba por dentro su nariz y quería suavizar la maldad, pero la bruja no se dejaba seducir por el perfume de la bebida.

El cuerpo de Baba Yaga instintivamente levitaba y la dirigía a su alacena a buscar algo de comer. Ella se resistía, quería conservar todo su apetito para el generoso desayuno que tendría gracias a su hermana, pero el vino provocaba en sus entrañas un deseo incontrolable. Se decantó por unas ventrescas de arenque espolvoreadas con trozos de avellana y láminas de parmesano, sería algo que le permitiría disfrutar de su vino y de la velada.

Y entre tragos, bocados, suspiros y gruñidos, la concentración de Baba Yaga se vio interrumpida por un sonido arrítmico proveniente de la habitación continua. ¿Cómo su pequeña presa podía estar hilando con tan torcido compás? La tarde había comenzado bien, su bebida y su comida así lo dictaban, ¿era posible que algo saliera mal?

@cuentosdecatas

Para más inspiración: Bodegas Lustau; @bodegaslustau

Artículos del mismo autor: El Patito Feo y Cabernet Sauvignon; La Muerte de Koschei el Inmortal y Rezabal Txacoli Blanco;

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